lunes, enero 08, 2007

instrucciones para sobrevivir en la gran ciudad

quizás a la hora de poner cosas en la balanza el resultado no sea siempre de lo más alentador, pero ahora que termina el año puedo decir que sí hubo algo bueno en todo esto: aprendí a sobrevivir en la capital. y como no soy una persona egoísta, comparto este aprendizaje con todos los no-capitalinos que quieran lanzarse a la emocionante aventura de cruzar la gran ciudad.

1. afine sus codos: los codazos son el mejor modo de avanzar; los capitalinos no responden a otras maneras de interacción cuando suman cinco por metro cuadrado.

2. ejercite la memoria: las micros no son de colores y tienen ¡tres dígitos! para identificarse. por eso llegar a su destino puede resultar muy complicado -a veces incluso imposible- si no recuerda bien la combinación exacta de números. además, los choferes no siempre están muy dispuestos a aclarar las dudas, menos si tiene usted cara de escolar.

3. siga el camino amarillo: andar en metro es bastante más simple (aunque mirar por la ventana no tenga ninguna gracia); si se pierde por ahí cambiando de línea basta segir los caminitos de colores que a algún brillante ejecutivo se le ocurrió pintar en el piso. a prueba de foráneos.

4. consiga una brújula: a los capitalinos les parece bastante simple eso de subir o bajar por las calles, pero cuando uno ha pasado la vida en subidas y bajadas de verdad, una pendiente menor de 45° resulta imperceptible. mucho mejor es usar referencias precisas: el norte está donde apunta la aguja.

5. tráguese los prejuicios: es cierto que los capitalinos no suelen ser demasiado simpáticos cuando se amontonan en espacios públicos, pero en grupos pequeños -mejor si es con algo de alcohol a la mano- superan ampliamente las expectativas.

6. vea el lado positivo: en la capital hay más lugares que visitar, los taxis son más baratos y todavía quedan sitios en los que uno puede olvidar un rato la ciudad donde fue a parar. tiene más opciones para tomar helados, más diversidad en la gente con que se cruza por las calles o en el metro y -hay que decirlo- los chicos son más guapos (seguramente es un asunto de proporciones, pero finalmente se agradece).

7. resígnese: los tacos son enormes, el clima es desagradable, todo está siempre muy lejos y hay demasiada gente en cualquier sitio al que uno va. la gente no sonríe mucho y los autos se aplastan unos a otros. y en lugar de mar tenemos un pedazo de cordillera que recuerda constantemente el hecho de estar en un hoyo. nada que hacer con eso, salvo aguantar y pensar en los puntos 5 y 6.

martes, enero 02, 2007

a propósito de ser nómade

dígame si esto de cambiar de ciudad a cada rato no se parece a cambiar de chico, con el inevitable sentimiento de culpa que eso implica.

quiero decir, cuando uno deja un chico y piensa en los buenos tiempos, en realidad no quiere volver a estar con él ahora sino que trata de quedarse con la parte buena de ese tiempo en que las cosas sí funcionaban. porque entonces todo era distinto. y cuando está en un sitio pero a la vez quisiera estar en otro, y le pasa lo mismo cuando está en el otro pero quisiera estar en el uno, no es que quiera quedarse para siempre en la ciudad de turno; sólo se acuerda de lo bueno que fue estar en la(s) otra(s) mientras duró. porque entonces había algo distinto.

y eso de ir cerrando ciclos nunca me ha venido muy bien.

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