sup en la gran ciudad

esto empezó hace un par de meses, cuando ana empacó la mitad de su ropa para pasar dos días fuera. nunca entendí esa obsesión suya por la ropa, pero al final cargó dos grandes maletas y partimos sintiéndonos un poco thelma & louis, claro que sin crimen y sin brad pitt. uf. sin brad pitt. hablamos todo el camino sobre lo bueno que sería caminar por calles desconocidas, conocer chicos, fotografiarnos con anteojos oscuros y luego embriagarnos hasta el amanecer.

pero luego comprobamos que los años sí han pasado. después de tres horas de viaje, una tarde caminando y sólo un par de copas en el cuerpo decidimos que el mejor panorama para esa noche de sábado era quedarnos a comer helados y ver televisión. sin chicos, sin calles desconocidas, sin embriagarnos. por eso no tengo mucho para contar sobre ese viaje, salvo un par de fotografías con anteojos oscuros. lo bueno, lo que justificó el cansancio y la semana de improductividad posterior, pasó cuando veníamos de vuelta.

de noche, en la carretera vacía, con ana durmiendo al lado y cabeceando al ritmo de la música, decidí que ya era hora de hacer algo. algo más que escribir, quiero decir. fue como si la certeza siempre hubiera estado ahí y sólo faltara excavar un poco. con el último "bang bang" que canté me quedó totalmente claro cuál era el camino.

al día siguente, antes de llegar a la desagradable reunión matutina con sam, actualizé mi curriculum y lo mandé. le mandé.

señorita SUP:
el comité que decidirá su destino para este año y probablemente para el resto de su vida está dispuesto a recibirla el próximo martes a las 10 am, en una entrevista donde evaluará sus méritos para relacionarse con nosotros. se ruega puntualidad.
atentamente,
coordinación de proyectos para mejorar el panorama de periodistas aburridos,
santiago de chile.

mientras sacaba fotocopias joe me comentó que lleva 10 años trabajando para sam. dijo también que, como yo, al principio pensaba que sería algo pasajero, que postularía a algún posgrado y se largaría a estudiar bien lejos del séptimo piso y medio.

pero las universidades pedían demasiadas cosas. y aquí estaba ganando plata. y la pega no le dejaba tiempo para recolectar documentos ni actualizar su curriculum. y luego se casó, nacieron sus hijas, necesitó más la plata y de pronto le pareció que ya no tenía sentido volver a estudiar. y entonces se resignó a lo que le toca.

- ¿así que has pensado estudiar algún día?, dijo sacando las hojas de la máquina con su calma habitual.

desde que llegué a esta revista, hace poco más de un año, nunca había tenido tantas ganas de salir corriendo.

la tercera vez que no llegué a su reunión de autoevaluación-autocomplacencia, sam me llamó a su cubículo. como en el colegio, cuando el inspector te llamaba a su oficina. y justo antes de responderle con desidia que mi contrato no dice nada sobre horarios, parece que las estrellas verdes hicieron efecto. sam empezó a mover los labios mientras en mi cabeza sonaba blind melon y a él le salían alas de su traje gris mal planchado que se convertía en un disfraz a rayas. igual que en el colegio, cuando el inspector me daba sermones por leer novelas durante su clase de física.

claro, entonces era un personal stereo al que cambiaba caset cada cierto tiempo. ahora es el mp3 que hace meses robé a felipe y que -la gran ventaja de tenerlo enclaustrado por sus exámenes de fin de año- recién ahora vino a reclamar de regreso. por culpa de los discman había olvidado cuánto cambia la vida con una buena banda sonora constantemente pegada a las orejas.

a mi favor puedo decir que tengo una percepción relativa del tiempo, cosa que me hace llegar tarde no sólo a clases, trabajos, citas y compromisos, sino también a las fechas importantes como cumpleaños, aniversarios y años nuevos. así que nadie debería impresionarse de que recién esté escribiendo sobre estas cosas, diciendo ¡feliz año! al público fiel y al no tanto, y haciendo las correspondientes evaluaciones del 2005 y las proyecciones para el 2006. parto por el principio.

lo que aprendí el 2005

1. agudicé el oído. ahora distingo perfectamente los 25 pasos que da sam desde su cubículo hasta mi rincón junto a la ventana, diferenciándolo de otras personas que circulan por aquí. eso me da el tiempo exacto para minimizar todas las ventanas (las otras ventanas), abrir el programa de diseño y hacer como que trabajo.

2. la rapidez para minimizar ventanas merece mención aparte. es una habilidad que se perfecciona constantemente.

3. también la capacidad de hacer como que trabajo, cosa que también se perfecciona constantemente.

4. el jugo de mango es increíiiible. pero el natural, porque el otro apesta. y si va con pisco, tanto mejor.

5. siguiendo los consejos de felipe, aprendí por fin a pensar menos y a escribir más, por lo que paso menos tiempo encerrada en el séptimo piso y medio dándole vueltas a reportajes sin sentido y paso más tiempo haciendo cosas importantes como ver películas, leer cosas inútiles, mirar los edificios y visitar a la gente. lo que es mejor, no se acumulan cosas pendientes para sam.

6. a propósito de séptimo piso y medio, aprendí que muy poca gente ha visto la película de john malkovich y, por lo tanto, muy poca gente entiende ese chiste. y mucha gente me mira con recelo cuando lo digo. digamos que aprendí a cerrar la boca en ciertas ocasiones.

7. a propósito de consejos, creo que aprendí a escuchar consejos. aunque sean de felipe. todavía no estoy segura sobre este punto. déjeme pensar.

8. descubrí los encantos de las estrellas verdes.

9. a pesar de lo que diga the p.p., es mala idea tomar tres cafés de una. tampoco ayudan a tomar mejores decisiones. lo que sí ayuda es una buena selección de música y una carretera vacía, en la noche, sin copiloto. pero esa es otra historia.

10. compré un dvd y me asocié a blockbuster. gran decisión.

11. aprendí que la actitud zen es mejor que la actitud colon. en varios sentidos. eso también da para otra historia.

12. los médicos, aunque desagradables, engreídos e imprecisos, son necesarios en la vida. al menos cuando llega el viejazo. y vaya que llegó el viejazo.

las cosas pasaron como sigue:

1. después de entrevistar a cada uno de los tres viejos pascueros para el especial de navidad les pedí mi regalo: aguinaldo. porque no, sam no nos da aguinaldo.

2. obviamente sam no nos dio aguinaldo tampoco este año. y yo los odié a los dos, a él y al viejo. o a todos los viejos. da igual.

3. el último día del año sam mandó un mail breve y directo: pagaría sus deudas. porque sí, sam tiene deudas con nosotros, sus abnegados trabajadores. no sólo por explotarnos día a día sino también por sus arreglos truchos para resumir el sueldo en un vale vista, para omitir los pagos por salud y todas esas cosas a las que tiene derecho todo trabajador que no sea periodista.
claro, yo leí el mail y empecé a dudar de mis dudas.

3,5. horas más tarde miss hewig, anticipándose a todos los cálculos, anuncia que tiene mi cheque por su revista para adultos-fomes. segundo impacto.

4. el primer día del año sam me mira de un extremo a otro en su mesa de reuniones y me pregunta que cuándo me voy de vacaciones. que cuán-do-me-voy-de-va-ca-cio-nes. la interrogante es obvia para cualquier trabajador ante su jefe, pero en el mundo de los periodistas-colaboradores (léase sin contrato, sin beneficios, sin vacaciones) es más que un asunto de calendarios para coordinarse. vacaciones. tiempo libre. días sin trabajar. días pagados sin trabajar. entonces yo miro a sam de vuelta de un extremo a otro en su sala de reuniones, incrédula por supuesto, y de repente pienso que después de todo el reportaje de navidad sí valió la pena.

estoy confundida. el 2006 llegó confundiéndome. primero todo este asunto de los viejos pascueros que no cumplen con lo que uno les pide y después traen regalos que no son lo mismo pero son iguales. y luego la certeza de haber tomado una decisión -ni siquiera la correcta, sólo una decisión- se desarma cuando te responden con un "te llamaremos".

"te llamaremos" fue lo que dijeron después de recibir mi recién estirado curriculum en mi proyecto para este año. la verdad, habría preferido que me dijeran de inmediato que no, que "usted ha trabajado demasiado tiempo para mr. jones, que es el dueño de medio país y definitivamente es todo lo contrario a lo que está pintado en nuestras paredes".

mr. jones, el gran jefe, aparece un par de veces al año y camina directo a la oficina de sam saludándonos como político en campaña. siempre he pensado que es un político en eterna campaña, pero no de esos que sonríen para los afiches sino de esos que mueven hilos detrás. detrás de sam, por ejemplo. aunque ese es otro tema.

el tema de hoy es que miro mi teléfono compulsivamente esperando que me llamen, y siento q vuelvo un poco a la adolescencia. como ese día en que a sam se le ocurrió entrevistar un grupo de rock y me encontré con ellos en la puerta. uf.