miércoles, diciembre 28, 2005

bah!

siento arruinarle la ilusión si a usted todavía le queda ilusión, pero el viejo de rojo no cumplió. ninguno de los tres viejos de rojo a los que hice mis peticiones después de la entrevista correspondiente. sigo con el mismo presupuesto de todos los meses.

martes, diciembre 20, 2005

¡aguinaldo! ¡aguinaldo! ¡aguinaldo!



en consideración a mi público, aquí estoy nuevamente. hubo un momento en que debí decidir entre escribir sobre la vida o, no sé, las elecciones. pero la vida no genera ingresos. no la mía, por lo menos, que es bastante fome como mi público habrá podido notar. y las elecciones pagan, aunque no en el sentido que quisiera.

pero después de la avalancha política sam quiso ponerse a tono con la fecha y decidió hablar sobre... ¡la navidad! sí, la navidad. así que ahora no escribo sobre la vida ni sobre las elecciones, si no que recorro las calles buscando viejos pascueros dispuestos a contar las virtudes de su trabajo.

ayer recordé un poco la infancia cuando me senté junto a uno de ellos. y aunque me dijo todo lo que sam quiere ver impreso en las páginas de su próxima revista, no llegó a lo elemental: preguntarme qué quiero de regalo.

no, viejo, el dulce que me diste no fue suficiente. tampoco era tanto lo que te iba a pedir.

viernes, diciembre 02, 2005

sí, miss hewig. no, miss hewig.

si tener un jefe es agotador, tener dos es todo un desafío al sistema nervioso. no sé por qué no pensé en eso cuando acepté la oferta de ana. en realidad sí sé. y hay que admitirlo: ante la posibilidad de un segundo trabajo sólo calculé que tendría el doble de sueldo; apenas alcancé a sospechar que implicaba también el doble de pega, de horas ocupadas, de retos por los atrasos y de llamadas constantes preguntándome a qué hora despacho la entrevista.

un par de días después de su visita al séptimo piso y medio ana me presentó a miss hewig, una mujer de uñas largas y labios muy pintados de rojo que sonríe todo el tiempo. me dio un poco de lástima cuando dijo que era su jefa, y cuando anunció que también era responsable de la revista para adultos fomes sentí el mismo escalofrío que todavía aparece cada vez que veo su nombre en la pantalla de mi teléfono mientras suena una marcha fúnebre.

soy cobarde, ya lo había admitido. pero miss hewig, a pesar de su amabilidad y del té con vainilla que ofrece en su oficina, tiene algo un poco siniestro. como la tía que te obligan a visitar en la infancia y termina traumándote para toda la vida.

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