jueves, marzo 16, 2006

aclarando las cosas


2. EL AUMENTO

mis primeros anteojos duraron exactamente tres días. para qué perder líneas explicando el enojo de mis padres cuando supieron que me había sentado sobre ellos. ahí andaba por los 14 años.
usarlos vino a confirmar la fama de ñoña, ñoña estilo lisa simpson o rory gilmore. para que vayan imaginando. la gracia del aumento fue que ya no necesité sentarme en el primer asiento para alcanzar a ver la pizarra. atrás podía leer novelas tranquilamente durante las clases de física. ahora pienso que por eso hay tantas cosas que me cuesta entender, pero ese es otro tema.

cuando llegué a la universidad ya debía usarlos todo el tiempo. si no, las micros se me pasaban. y aunque cueste creerlo, nunca me acomplejé por eso. de hecho me gusta llevarlos sobre la nariz. con el tiempo comprobé que mucha gente te cree inteligente sólo por tenerlos, y a la larga la fama de ñoñez trae más beneficios que costos. salvo que quieras ser porrista, claro, pero ese no es mi caso. créanme. el mundo es de los ñoños.

el aumento permite ver las cosas más grandes cuando conviene. y cuando te aburren basta mirar sobre el marco y todo se vuelve borroso. ¿hay algo mejor que tener el control?

Comments:
dos veces se me rompieron los lentes. una de ellas fue porque me senté encima. la otra porque, yes, me llegó un botellazo en la cabeza.
anyway.
ahora uso lentes de contacto por una cuestión simple: mi aumento es tal, que el vidrio correspondería a lo que llamamos poto de botella.
feo la verdad.
la cosa es que ahora la gente me dice cosas ofensivas 'en tono buena onda'.
tipo:
oye ahora que andai regia!
claro, porque antes uno usaba anteojos y eso es al parecer feo.
aún hoy echo de menos los anteojos.
cuando me levanto y me echo crema en la cara, hago el gesto de sacarme los anteojos.
eso demuestra que 15 años con anteojos -toda tu adolescencia sobre todo- te hace ser lo que eres.
pues una ñoña.
salud!
 
¿sólo dos veces? déjame decirte que en eso te supero. ya perdí la cuenta de los daños irreparables, muchas veces provocados por mi propia humanidad. a eso se suman otras tantas fallas menores resueltas a modo artesanal, cosa en la que ya tengo experiencia usando tornillos, cintas varias y hasta alambres en caso de emergencia.

la última catastrofe fue la peor. es bastante terrible andar por la vida viendo todo borroso. pero aunque no use anteojos -y en esta parte me acuerdo del episodio de la botella y sus consecuencias- la esencia se mantiene.

bueno, ya hemos hablado de eso varias veces.

salud por lisa, por rory, por nosotras.
 
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